miércoles, 1 de abril de 2015


Tu piel es y cura las desgracias. Y no pensar, y sólo vivir, son secretos y certezas. 
Amo la sal que duerme en tu montaña, y ni las manchas del sol arden tan fluorescente como tu espera por la vida. 
Yo sólo se que el placer y el dolor de tenerte van perdiendo a mi memoria en un dulce vado. Y solearme en tu boca es parar la conciencia y estoy contento con amarte así.